Humildad.

Me he sumergido en la profundidad de mil páginas de libros para poder dar mi reflexión sobre un tema,  y aún así, siento que me faltan las palabras, que sé poco y nada.
Pienso y me quedo tieso; me pregunto: ¿Cómo haces para opinar de todo? A penas te he visto surfear la ola eléctrica de alguna página de Internet, o chapotear en el vómito de algún periodista viciado, o naufragar en la portada de un diario de Domingo, o ahogarte en la voz abusiva, penetrante, violadora de algún presentador de TV.
Te he oído, repetir y sostener con la frialdad de un general en una colina, las palabras que te inyectaron. Y  sin embargo, tu razón es la razón de todas las razones.
Así y todo, cuando leas estas líneas yo seré el soberbio.

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